es un extraño habitarte, querida. tus piletas piadosas doblando el dormir, prohibiendo el agua y las manos, tus escaleras inmensas hasta la vista de una ciudad amansada en las luces. extrañarte adentro, en una hora distinta, extrañarte viéndote, en un paralelo arrepentido, parada en tus hombros, abrazándote el cuello.
habitarte todavía y te has ido. habitarte enferma de fiebre por no saber cómo llegar, por perderme antes de tiempo, por temblar en los escalones, por pisar fiero en el deseo, doblándome un pie. cada palmo de tu cuerpo es un oro que cuesta saber. mi dedo lo recorre, sediento, tamborilea tus nombres, salta de espasmos las esquinas, renueva la fe en cada baldosa, la pierde, la gana, la vuelve a perder.
habitándote extraño. ser un lugar por siempre, en cada lugar distinto. volverse a donde no hay espantos ni cariños. y tus hombros tan lejos ¿extrañarán los míos?
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