mi cielo es un cielo de oberoles.
desde abajo tan lindo, las patas ausentes bailando y cuando llueve, los hombres caen directo a los tobillos, se reconocen, se estiran la mano sin sonreir. señorita, dicen al pasar, bajan la cabeza y se pierden por los brazos.
colgados de un tiempo usado, abrazan mis hombros y me dicen va a llover, para adentro señorita.
entonces me hundo así en el pecho y pego un salto abajo de la tierra.
no se pueden mojar los hombros de las señoritas, cuando el cielo es tan traidor.
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