confesión

es hora de decirtelo.
soy un elefante.
uno triste, te habrás dado cuenta, por mis cartas, por mi intensa propensión a fotografiar gente muerta en los zagüanes oscuros de las morgues, de sentarme en medio del viento a pensar en vos.
era necesario, este día blanco, este cielo duro y alto, para confesarte algo así.
para que entiendas porqué me cuesta tanto acercarme, abrazarte, besar tu cuello.
yo quisiera ser otra cosa. no más fuera un tucán, una mujer tucán, una mujer.
nomás mis patas pudieran rozar tu hermosa barba, nomás tuviera dedos para jugar en tu pelo oscuro. sería todo tan hermoso.
abrillantaría las tardes, abriendo las ventanas al aire. pondría un disco de bessie smith y a bailar. si fuera claro, esa mujer que no puedo, esa suave silueta enmudecida por la luz tranquila. cómo reiríamos! cómo...
pero tu costumbre, tus sedientas ganas de observarme así, como un objeto.
tu impostergable anhelo de dominarme, de subirte a mi, de no mirarme como te miro, de no quererme como te quiero, de usurpar así mi cuerpo.
podríamos haber inventado un amor distinto, de roces francos, de tierra hirviente.
pero cómo, cómo hacerlo, si la pasión nos separa tan violentamente.
yo abriendo mis patas para abrazarte.
vos, mi más preciado, cazando mi angustia para colgarla en tu pared.
y este cielo cayendo arriba de mi lomo, para acariciar un pobre amor que no ha sabido ser.