bienvenida/adiós

todas las puntas de tus bocas entumecidas, venidas desde un ayer que no las recibió.
bienvenidas eran las mías, con todo el estrellarse tras la nuca y los huecos que cavaban los pies enceguecidos de dolor, en una tierra negra y húmeda, en tu espalda y en mis piernas.
pero no podrías acordarte con todo ese paisaje en la frente, con toda esa hiedra sudando tu nombre, tapándote los ojos y haciéndote girar.
sos un hermoso trompo embrutecido, pero estás tan lejos de las bienvenidas, de los álamos besando tus firmes pies, de mi lengua invirtiendo la picazon en tus manos, plantando árboles nuevos de frutas nuevas, que nacen gimiendo esas angustias de antes y no esta pena de hombres tristes que no merecen amor, que han tirado espadas por un plato de sopa rancia, por agarrar fuerte una cabellera indecisa de vientres frescos.
hubiera querido, mi muy querido, que no seas este hombre triste y cansado, de bocas dormidas y puntas lejanas. hubiera querido acercarme a tu cuello y nombrarte tres veces y tres veces despertarte de ese tiempo perdido, de ese amanecer transparente.
pero los hombres tristes no merecen amor (solo el cuidado de los suaves enfermos) ni siquiera el de una noche estrellada en la nuca, ni el de rodillas arrastrando el barro de este adiós.