imitación de las hojas

entonces nos secamos, crujiendo, como es necesario para las muertes lentas.
rondamos territorios de bolillas y pisadas, sucios huecos donde nadie admite haber estado.
rodando nos miramos.
ya somos parte del nudo ciego, y las manos estrelladas y secas.
doblando esquinas en otra velocidad, en otra potencia, carrera en cámara lenta,
cuando lo lento es vertiginoso.
se precipita la fusión de las horas en los nudillos cuando hacemos una vertical,
cuando rotamos en inclinaciones inimaginables para nuestros antiguos cuerpos.
y volcamos infinidad de puteadas alegres, de valses mal cantados, de gritos libertarios de 4 de la tarde.
habremos llegado al estado pacífico en el que sueñan los ungüentos, en el que vuelan
las señoritas de piernas cortas, y las algas del fondo de un mar gozan de un terrible y escandaloso coito.
habremos vuelto hojas, estas partes inútiles de piel que se daban vuelta oyendo un nombre.