el señor del fuego deja correr la calle entera,
la va a atrapar de todas formas
ama la tarde azul, llenar de chispas el aire,
hacerlo crujir, volverlo papel, pájaro plumoso,
cortina de espejos, oro derramándose en las líneas del mapa
de reojo mira la multitud
quiere saltarle encima,
quiere jugar y no lo dejan
quiere alcanzar el enjambre
hacerlo brillar
volverse abeja
y bailar suspendido entre las llamas
ver de frente a la muerte,
quemarla
no en vano lo invocan
los santos, la furia, la espada,
las madres,
la guerra,
el miedo que corre
por los pelos de la manada
el mundo que se duerme en sus cenizas
el dios que las levanta con su pala
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