en el tajín golpean el piso, no pisan, no marchan, apenas si pueden con la suavidad del caminar.
alguien ha embrutecido las formas con unas cuantas letras y unas palmadas en el lomo y unos cariños aguados que para qué.
y ahora son puro ruido cayendo de los brazos, aguacero de bichos de mal querer, cada casa, cada esquina, nomás triste de verse vieja y doblando.
tanto desparramo por haber nombrado mal.
en el tajín viste mi mano caer de la mano de alguien que
tampoco sabía nombrar.
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