nos llegó el fresco de golpe.
a dos dedos de tu nuca, a tres de la mía.
comprendimos que había algo que comprender.
pero nunca el qué.
desprestigiados los mecanismos del amar, del decir, del pensar.
solo nos quedó mirarnos profundamente, sentir como se deshojaba la estación muy dentro nuestro, cómo se desinflaba un acordeón y salía olor a pan de ajo, a los dedos llenos de crema de tu abuela, a los caramelos más feos del fondo del tarro.
recitamos un par de cosas, sin saber si eran refranes tuyos o míos, de qué linaje de sabiduría casera y dominical venían arrastrándose, desde qué patios quemados de la siesta y qué guisos aguados.
pero el fresco no se deja entender, la pelea, nos muestra los dientes cuando pensamos que es ternura.
gasta nuestras tardes y muecas y se nos duerme en los hombros, cuando creímos que era sol. entonces viene el olvido, que no es otra cosa más que una tibieza cerca de la nuca. y por un segundo, nos da la sensación extraña, de que estábamos pensando en algo, fruncimos el ceño y al mirarnos decimos "qué lindo día".
2 comentarios:
Y hoy ya caen bigornias de punta...
la belleza de tus palabras es ilimitada como las lágrimas que derramo. Demasiada belleza, demasiado dice mi amante, nunca es bueno, feo muy muy feo lo limitado
gracias por ese "fresco" de golpe
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