el día, esa pequeñez tan insoportablemente insistente, se divide en dos.
en una mitad me quiero perder. borrar los rastros, coser los ojos.
no saber de mi ni de su sombra. lijar las yemas de mis dedos.
achuecar con crayones las sonrisas de las fotos.
no responder a mi nombre.
la otra mitad es más terrible aún.
me busco.
y es entonces cuando comienza a faltarme el aire. me sofoco. tiemblo.
en frente del espejo intento encontrar algo de complicidad. pero huelo el hedor tácito de mi huida.
espero la muerte.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario