dr. freud ud. que piensa de esto?

Era una gran prado verde, muy muy verde. Yo venía abrazada de mi amigo Rubén casi corriendo y saltando de vez en cuando, como una gacela; íbamos cantando y saludándo a los grupos de gente que estaban sentados por aquí y por allá. Parecía una gran reunión hippie y tenía puesto ese vestido blanco que tanto quiero tener.

Cuando me senté, entre gente desconocida, comencé a hablar de lo mucho que me gustan los gitanos y es entonces que unos muchachos que me daban la espalada se dieron vuelta y voilá!... eran gitanos. Uno de ellos comenzó a hablarme o como se dice en argentino a chamuyarme a lo que yo no dejaba de reírme; cuando desistió, otro gitano tomó su lugar, uno que poseía una oratoria mucho mejor... y de repente tomó mis pies desnudos y comenzó a lamerlos. Después nos fuimos todos de la mano a ése juego del barco que sube de un lado y luego del otro que no me acuerdo como se llama y que se puede encontrar en el parque de diversiones más cercano a su casa. El gitano terminó mareado.

El mismo sueño pero otro lugar: la casa de mi abuelita. En el segundo piso había audiciones, no se de qué, solo se que no me aceptaron y bajé insultándolos. Alcé a mi sobrinito Jalil y lo llevé a ver una carroza o carro alegórico, como quieran llamarle, que venía desde el fondo de la casa hacia la ventana de la sala. Mi sobrinito comenzó a asustarse y a abrazarme cada vez más fuerte porque ya podíamos ver muy de cerca el ojo del pez gigante del carro; para calmarlo fui a mostrarle cómo iban a frenar, pero no frenaron y voltaron toda la pared, rompiendo la habitación. Me sorprendí tanto que no me di cuenta que mi sobrino ya no estaba más conmigo y comencé a buscarlo como loca pensando que quizás el carro lo había aplastado... si... bastante trágica hasta en los sueños. Pero no lo había echo y Jalil estaba escondido detrás de un sillón en el jardín, así que lo puse en mi falda y lo abracé hamacándolo hasta que se calmó y comenzó a reírse, y hasta que lo reté porque me había ensuciado el pantalón con barro.

Mismo sueño, otro lugar: la plaza principal de San Salvador de Jujuy. La casa de gobierno ya no era tal sino una gran Catedral en cuya puerta estaba la Virgen, pero viva, humana, real y vestida muy discretamente, pedía una moneda y nadie de los que entraban le daba una, nadie se daba cuenta que era la Virgen, hasta que se elevaba y cambiaba de vestido, daba una vuelta sobre si misma y entraba a la iglesia. Despues el que salía volando hasta la entrada y volvía era Jesús, como si estuviese buscando algo. Finalmente el que salía al último era el espíritu de un obispo super simpático que iba hasta la plaza y llevaba de la mano volando a los viejitos jubilados hasta adentro mientras gritaba de una forma muy alegre: "vamos a misa". Antes había visto la imágen de una Virgen vestida de negro, pero como ésas me dan miedo no la miré mucho y me distraje con lo que pasó después.

¿Se animan a interpretarlo?