hierven, las muy putas.
se arremangan la lengua a latigazos, preparándose.
te acostumbran a arrinconarte los augurios, te revuelven los dientes buscando qué no les dijiste.
no hay dónde esconderse.
los roperos son territorios de su inmensa majestad. y pobre de vos si te encuentran; te atan de las cejas y te siembran vergüenzas de por vida, hasta tus nietos.
en eso que estás queriendo irte, estiran la pierna que cruza toda la casa y, con la rodilla en tu boca, te preguntan a dónde, con el permiso de quién y en nombre de qué santo.
hasta que una tarde te hartás, y de una mordida te separás del apellido y del color de piel, que te cambian a cachetazos secos y tirándote tierra mientras dormís, de a montoncitos, así.
finalmente, se les pasa.
te convidan una tarta caliente de manzanas que no está muy rica pero vos comés igual.
te dicen que estás lindo pero un poco perdido, te abrazan un hijo o dos, lloran un poco, se suenan esa nariz que tanto imaginaste enterrada en el patio.
y ahí, sentados en la mesa de la cocina, esperando que cierren el cajón de algún tío muerto, te das cuenta: se terminó. ya no es más la época manipuladora de las hermanas.
4 comentarios:
me gustó, aunque no estoy seguro de haberlo entendido...
más encendida que nunca...
Creo entenderte y bien.
y esos son los cachetazos de la vida..
mil besos
Material denso, casi opaco. Textos carnosos como siempre... y que bueno tenerte de nuevo!
Vamos a Japon, y tomo mis mates amargos como la vida!
Saludos
un gran aplauso, onomatopeyado a saber
CLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAP.
ge-nial.
L.
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