parte I de algo -

la mujer dorada bajaba todos los santos, que venía a ser casi como todos los días, pero no se hacía caso a la rutina porque pobre, apenas tenemos una aparición no la vamos a apocar, no sea cosa que después ni la lluvia visite y nos quedemos viendo como las moscas se golpean en la puerta y se pudren en la espera.
entonces todos mirábamos como asombrados y dábamos gracias, cada uno a distintas bestias y dioses porque la mujer dorada no decía quién la mandaba o si se mandaba sola o si ni siquiera.
yo una vez la había visto, aunque todos me dijeron que no era, que esa era más bien violácea y no dorada y se rieron, pues incluso la mujer dorada no lo era.
era más bien sepia, me dijo un viejo secándose al sol. las comisuras se hundían hacai el fondo del océano mismo y sus manos se movían en un aire fétido, cortándolo, me regaló un pedazo y me dijo "el sepia es mucho más jodido que el dorado".
por supuesto yo no entendí.