ella se sentó casi en el medio del sillón y cruzó sus largas piernas.
vestida para la ocasión. una gran y acolchonada nariz de payaso tapaba la propia y el finísimo elástico que la sostenía apretaba su piel, hiriendo esa suave predisposición. se había puesto las medias caladas y negras hasta arriba de la rodilla.
a la luz de la lámpara de pie. parecía un regalo resignado a ser menospreciado, gritando calladamente ser descubierto.
el sillón era rojo, como la nariz. el vestido era negro, como las medias.
cruzó también sus brazos. apoyaba uno en el otro, disimulando el temblor de su cuerpo.
en la mano derecha un cigarrillo largo y delgado se consumía.
y ella miraba, perturbadoramente, tras unas interminables pestañas manchadas de rimel.
1 comentario:
Que desencajada esa nariz. Namarië!
Publicar un comentario